CRISTIAN FERNANDEZ ESPINOZA,
MUSICO, HISTORIADOR Y RELOJERO DE VALLENAR



ENTRE LA HISTORIA, LA RELOJERÍA Y LA MÚSICA CRISTIÁN FERNÁNDEZ ESPINOZA

(www.elnoticierodelhuasco.cl, diciembre 11, 2013)




¿Qué pudiera haber en común entre la historia, la relojería y la música? Tal vez que en ellas subyacen engranajes, que hay que saber armonizar con precisión y justeza, para que todo encuentre un sentido, un orden, una simetría que se acerque a lo bello, a lo bueno, a lo lógico incluso si se quiere.

Me acuerdo que hace ya varios años, al hacer mis primeros asomos en la actividad cultural de Vallenar, me tocó presenciar la ejecución magistral del violín a cargo de un personaje de quien poco sabía, y a quien las piezas que ejecutaba parecíanle transportarlo con deleite a un estado de satisfacción plena, que por cierto transmitía a sus espectadores.

Piezas clásicas, pero también del cancionero popular, formaban parte y aún hoy nutren el repertorio de este violinista, antes desconocido, pero hoy ya un habitué de la incesante actividad de promoción cultural que, menos frecuente de lo que se quisiera, sigue dando la batalla por rescatar lo bueno, lo bello y lo interesante que tiene por contar el Huasco.

Veladas culturales, encuentro de artistas, inauguración de muestras artísticas, sesiones del Café del Arte (magnífica obra de la gestora cultural, nuestra Patricia Rivera Figueroa) y otra buena cantidad de felices ocasiones, han sido las propicias para contar con la presencia de Cristián Fernández Espinoza, no siempre ejecutando su violín, sino que a veces también disertando sobre algún personaje o episodio de la historia de la zona. Pues sí, la investigación de corte histórico es otra de las pasiones de nuestro personaje. Así que, por una o por otra afición, o por ambas incluso, le vemos siempre presente en la actividad cultural local.

Sigfrid Cristián Fernández Espinoza, nace en Santiago un 20 de marzo de 1937, pero vive en la zona desde la infancia, cuando su padre Antolín Fernández, arriba a Vallenar a trabajar como profesor de carpintería en la recordada Escuela de Artesanos, una de las antecesoras de lo que con el tiempo llegaría a ser el actual Liceo Industrial B N°8, José Santos Ossa.

El pequeño Cristián, el primogénito, arribó en el tren de aquella época a Vallenar en el año 1944, junto a don Antolín y a doña Ana Espinoza Sanhueza, su madre. Cristián llegaba junto a sus dos hermanas menores: Ana y Carmen. Posteriormente nacerían en el Huasco Luis y Pilar.

“Yo estuve en la Escuela 1. Al segundo año de estar aquí en Vallenar don Benigno Ávalos Ansieta, persona muy conocida y connotada por supuesto, sugiere que me vaya a Santiago a estudiar música. Estudié cuatro años violín, en la escuela vocacional artística. Luego regresé a Vallenar e ingresé al liceo”.

En Santiago fue alumno de María Luisa Sepúlveda, quien es la autora de una cueca muy famosa “La Rosa con el Clavel”, además de ser discípulo de varios músicos que por ese tiempo integraban la orquesta sinfónica de Chile. Como anécdota cuenta don Cristián que fue compañero de curso de Patricio Zúñiga, quien sería hasta hoy popularmente conocido como Tommy Rey,

“Me acuerdo también de Nibaldo Soto, que después tendría mucho que ver con el grupo Los Banana Cinco; también hubo una compañera Gabriela Yáñez, que participaría luego del grupo Cuncumén. Ella se casaría luego con otro compañero de curso: Rafael Paredes Rojas, hoy un destacado ceramista y profesor de diseño en la Universidad de La Serena. Suelo visitar a esta hermosa pareja de amigos artistas. En fin, hay ahí varias personas más de esa época que siguieron ligadas a la música y a las artes en general, con quienes aún mantengo cierto contacto cuando salgo de viaje”.

Recuerda don Cristián que por aquel tiempo de infancia y juventud, durante los veranos, acompañaba a su padre al sur de Chile, específicamente a la localidad de San Carlos, cerca de Chillán, de donde don Antolín era originario. En esa tierra, de donde surgió para todo el mundo la colosal Violeta Parra, los Fernández pudieron empaparse de una cultura musical siempre latente, muy viva y quien sabe si fue ahí que alguna brisa inspiradora se valió de la inescrutable genética para hacer de don Cristián el eximio violinista en que se transformó.

San Carlos, de seguro hizo lo suyo en el alma de este músico. También la tierra de Talagante, de donde era oriunda su madre, quien se desempeñaba en la viña de la familia Undurraga. Ejecutaba ella un trabajo seguramente minucioso, uno que requería la atención y disciplina necesaria tal como la que exige la ejecución musical y la operación de la relojería. También lo hacían, y lo siguen haciendo diversos parientes de don Cristián por el lado de los Espinoza, pero en el arte de la cerámica pintada, famosa en todo el mundo y que ubica a Talagante como un centro de gran importancia.

Tenemos entonces influencias musicales, de artes y oficios manuales, de sensibilidades y de aplicación intelectual ¿qué otra formación más feliz e integral para un niño con ganas de aprender y crear?

Una vez que egresó don Cristián de su educación secundaria volvería a la capital, esta vez a estudiar la carrera de joyería y relojería, la cual se transformó en su oficio formal y en el que se desempeña hasta el presente, en su local de la galería Bavaria.

“Me regresé a Vallenar y aquí me desempeñé primero en el taller de don Emilio Zalaquett, en el local que quedaba acá en Prat con Santiago, y ahí me voy vinculando en cierto modo con la cultura. Conocí a Erasmo Bernales, gran amigo, también profesor”.

En 1957 don Cristián se encontraba en Vallenar, año en que empezó a funcionar la ya legendaria radioemisora Estrella del Norte, y en donde nuestro personaje ejercería como el primer radio controlador que tuvo la radio.

“Yo había incursionado en la radio Balmaceda en Santiago, había aprendido a controlar. En esos años estaba ahí don René Largo Farías, él me contactó con algunos funcionarios de la radio y aprendí ahí a controlar, a poner los discos. Ese mismo conocimiento lo traje acá a Vallenar. Don Luciano Morales me dijo quédate acá… y empecé a trabajar con él”.

He aquí un detalle maravilloso que liga a don Cristián con su pasado, ni más ni menos que con su madre. Ella, doña Ana Espinoza, fue la primera mujer radiocontroladora de la historia de la radiofonía chilena. Fue convocada por Enrique Sazié, padre de la radio en nuestro país, para hacerse cargo de operar las perillas en la que fue una transmisión experimental realizada con un trasmisor hechizo desde la Casa Central de la Universidad de Chile, ubicándose un receptor en el vestíbulo del diario El Mercurio. Era el mes de agosto de 1922, y dicho experimento daría nacimiento a la radio El Mercurio, la cual posteriormente sería Radio Chilena.

Así don Cristián, 35 años más tarde, se vio operando las perillas en la radio pionera de la región de Atacama. Desarrollaba este oficio durante las tardes, mientras que por las mañanas ejercía en la relojería de Emilio Zalaquett.

“En la radio trabajaba con Eduardo Yapur, con él nos complementábamos muy bien. Recuerdo también, como compañeros en la radio a José “Pepe” Chong, también a Eduardo Constanzo. Vi llegar muy jovencito a Artemio Trigos Godoy, el que aún sigue en la radio. Jorge Suárez Leiva era el locutor de un programa juvenil que hacíamos, y con ellos tuvimos siempre muy buenas relaciones, amistosas y creo que hicimos algo por la emisora Estrella del Norte”.

Era ya la década de los 60s, en un Vallenar mucho más pequeño y en donde todos se conocían. La única radio que se aventuraba por el dial era justamente la Estrella del Norte, en cuyos estudios se vivía a diario el ajetreo del público que acudía a pedir temas, a dejar saludos, a poner avisos, o simplemente a conocer este mundo fascinante de la radiodifusión.

“En los 60s Vallenar era el tren. Un día pasaba para el norte, y un día pasaba para el sur. Era muy bonito porque cuando el tren piteaba, cuando iba bajando por ahí por el fundo Cavancha, la gente de inmediato sabía que venía el tren y todo el mundo se iba a la estación a entretenerse, porque no había más entretenciones”.

A partir del año 1965 don Cristián se aventura en la red de radioaficionados, en donde era habitual tomar contacto con otros colegas de distintas latitudes del globo. Recuerda don Cristián comunicaciones muy interesantes que sostuvo con personajes muy particulares, por ejemplo, con un mandatario de un país vecino:

“Una vez me contacté con un señor de quien yo no sabía más detalles, y sucede que era un señor que se apellidaba Belaúnde Terry, Presidente del Perú… una cosa curiosa ¿ve?”.

Gracias a la radioafición don Cristián pudo tomar contacto, como se usaba en esos años y aún se estila, con motivo de la ocurrencia de catástrofes naturales, como sismos y temporales, en donde las líneas telefónicas eran y son las primeras en caer. Una vez le tocó a don Cristián tomar contacto, hace ya cerca de 40 años atrás, con personas que se encontraban en una balsa, en medio del Océano Pacífico, y que venían en ruta desde Isla de Pascua al continente y que habían emitido un llamado de socorro. Desde aquella balsa se contactaron con don Cristián quien inmediatamente se puso en contacto con colegas radioaficionados de Valparaíso para organizar el rescate de los náufragos.

“Acá en Vallenar participé en la radio afición con otras personas que se dedicaban a lo mismo. Estaba el señor Carriel, el fundador de la radio XQA5; también Emilio Hermman, quien era un tremendo radioaficionado, y quien llegó a la zona durante la Segunda Guerra Mundial. Vivió aquí hasta su muerte”.

Vallenar, a partir de la segunda mitad de la década del 60 empieza a ampliarse. Se edifica el moderno barrio de Quinta Valle, mientras que en los altiplanos proliferan los rancheríos. Don Cristián seguirá con su oficio de relojería y radioafición, además de continuar programando la música de moda en la radio Estrella del Norte.

Posteriormente, ya en épocas más recientes, don Cristián ubica sus primeros inicios en la investigación histórica. Se muestra interesado por indagar en distintos personajes y episodios importantes de la historia local, conociéndose interesantes trabajos en torno al terremoto del año 1922, a la peste de la viruela del año anterior, a la vida de Benjamín Herrera Campillay “El Gigante de Pinte”, la historia del hospital Nicolás Naranjo, etc. En la década de los 90s incursiona con algunas crónicas en la revista “Chehueque” de nuestra ciudad, donde además colaboraban poetas, historiadores y demás amantes de la cultura.

Cristián Fernández ha disertado en varias ocasiones sobre estos trabajos de indagación histórica, aportando también con datos a otros investigadores que se le han acercado siguiendo la pista de un tema. En ese sentido, la generosidad con sus conocimientos hablan bien de un hombre desprendido de lo que ha logrado recopilar, ubicándose lejos de posturas de petulancia y vanidad.

“Hubo un amigo: don Pedro Wasaf, que era muy bueno par contar historias, nos entusiasmaba con sus relatos. Eso me motivó y empecé a investigar, a escribir algunas cosas, sobre, por ejemplo, la vida de don Víctor Acosta o la Pascua Trágica, los sucesos del 25 de diciembre de 1931, eso me motivó bastante”.

Este infausto episodio de la historia vallenarina, la matanza de la Pascua Trágica, ha sido investigado minuciosamente por don Cristián desde hace varios años. Con un olfato y una paciencia únicos, ha consultado cada escrito que se ha publicado sobre este suceso, indagando entre personas que fueron testigos o estuvieron ligadas a través de parientes y conocidos a los hechos acaecidos. Con todo ese material recopilado, participó recientemente en un video documental, realizado por la municipalidad de Vallenar, con el objetivo de dar a conocer estos hechos, desconocidos por gran parte de los habitantes del Huasco.

“Fue un tema tabú por muchos años, no se conversaba de eso, pero finalmente eso se dio a conocer. Ahora las cosas son más transparentes y en ese sentido a la gente le gusta saber más”.

Aquel trabajo configura un aporte notable de Cristián Fernández a la memoria histórica local. Son también significativas sus contribuciones en la radioafición y la radiodifusión locales, también en la música, en el desarrollo cultural en general de nuestra zona; y también, en el ejercicio de la relojería, un oficio de antaño que aún tiene mucho que decir pese a la tormenta de tecnologías nuevas que asoman con frecuencia por la ceja del valle, tal como antaño la locomotora del Longino.

Una época que también fue interesante en la vida de don Cristián fue la que vivió hace ya un par de décadas atrás, cuando funcionaba en Vallenar la radio Armonía, y que hoy corresponde a la emisora XQA5, en señal FM. Allí don Cristián fue su primer radiocontrolador, durante 1985 año de la apertura de las transmisiones. En años posteriores conduciría, en aquel mismo medio, un recordado espacio de divulgación histórica, junto al locutor Manuel “Pipo” Morales, el cual estaba dedicado íntegramente a evocar el Vallenar del ayer.

Don Cristián Fernández, pese a poseer gran número de crónicas a su haber, no ha publicado un libro que reúna todo este exhaustivo trabajo de investigación. Confiesa tener por ahí infinidad de hojas sueltas con sus escritos, los que le gustaría compilar en un libro, siempre y cuando, sea éste auspiciado por algún fondo concursable, debido al alto costo que significa por estos tiempos publicar.

Y le gustaría un Vallenar más lector, más ávido de saber sobre su pasado, sobre sus personajes. Celebra el trabajo de difusión cultural que realizan Jorge Zambra, Patricia Rivera, Juan García Ro, Jorge Cruz Campillay, y varios otros que, como Cristián Fernández, dan a diario la batalla de la cultura con las armas de la generosidad y la humildad.